MANICOMIO
Pasillos blancos, sumidos en la penumbra de los más fríos
terrores. Todos los días de mi vida recorriéndolos, teniendo que diferenciar a
los cuerdos de los más terribles locos, sabiendo perfectamente que mi realidad
es mucho más sencilla que la de todos los internos.
Camino delante de sus habitaciones acolchadas, mirando por
las pequeñas ventanas sus caras descolocadas, sus ojos hundidos y esas sonrisas
maquiavélicas y me siento feliz de ser libre, de poder huir de este lugar cada
vez que acaba mi jornada.
Unos hirientes gritos llegan a mis oídos, me desgarran el
pecho. Noto como mis dientes muerden paredes blancas, acolchadas. Mis manos
atadas por una camisa que acaba de aparecer de la nada.
Y en el reflejo de esa pequeña ventana veo mis ojos hundidos,
mi sonrisa maquiavélica, y ya no sé cuál es mi realidad…
§
Laura Driesen (1º Bachillerato C)
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