lunes, 3 de noviembre de 2014

IV CONCURSO DE MICRORRELATOS DE TERROR

CATEGORÍA 1º Y 2º ESO
-NEREA NASARRE (2ºE): DÍAS OSCUROS
CATEGORÍA 3º Y 4º ESO
-JULIA CAMPO (4ºB):  MÍRATE AL ESPEJO
-ANDRÉS SÁNCHEZ (4ºB): ENCIMA DE LA CAMA
CATEGORÍA BACHILLERATO Y CICLOS FORMATIVOS
-SERGIO ESCARTÍN (1º BACH B): EL PODER DE UNA LETRA
-ALEJANDRO PUY (1º BACH B): VEO NEGRA LA COSA



Días oscuros (Nerea Nasarre, 2º E)
Eran las 11:03 pm. Un trueno acababa de despertarme. Fuera llovía a cántaros y la tormenta no parecía amainar.
Pasaba la noche en un castillo, junto a unos amigos. Ellos aún dormían. Me levanté de la cama y di unas vueltas por los corredores. La luz que desprendían las antorchas era tenue y no veía bien. Me tropecé ante una puerta. Alcé la vista. La puerta era de madera, perfectamente tallada, y tenía grabada una cruz. Me incorporé y abrí la puerta. Un escalofrío recorrió mi espalda. La habitación era oscura, estaba débilmente iluminada por unas velas, situadas sobre una mesa. Junto a ellas, había una nota. Caminé hacia la mesa y sostuve la nota entre mis manos aunque solo fuesen unos segundos. Sentí una mirada clavándose en mí. Me volví. Mantuve la calma. Portaba una capa púrpura con una cruz bordada.
“Es la cruz de las catacumbas”.
Fue lo último que pensé antes de que el ser hundiese una daga sobre mi hombro y me desplomase.
Grité pidiendo ayuda.
La sangre teñía el suelo de rojo. Mis ojos se cerraron y los gritos se ahogaron en un silencio eterno.
Mi cuerpo dormía.
Yo no.

Mírate al espejo (Julia Campo, 4º B)
La niña le gritó:
-¡Te odio!- y se apartó del espejo.
El monstruo negro de su interior engordaba y le siseaba asfixiante ahogándola con su lengua bífida y viscosa. Susurraba:
-¡Fea, gorda, das asco! ¡No mereces que él te quiera! ¡No mereces nada!
No aguantó más. Rebuscó en los cajones, desorden a su alrededor, frenética, sin encontrar lo que buscaba. Cogió las cuchillas de afeitar d su padre como último recurso. Cerró los ojos y apretó los dientes. Una vez y otra más hasta que el dolor y la rabia se fueron.
Gotas y más gotas de sangre caían caprichosas recorriendo los baldosines del baño.
Se sentó unos minutos sobre sus rodillas y se observó levantarse, secarse las lágrimas y arreglarse el pelo para ir al instituto, sin olvidar colocarse una sonrisa.

Encima de la cama (Andrés Sánchez, 4º B)
Ágata dormía siempre con el cuchillo bajo la almohada. No quería precipitarse en mirar debajo de la cama porque sabía que ellos sí que mirarían arriba.

El poder de una letra (Sergio Escartín, 1º Bach. B)
Luis, Alonso y Miguel cumplieron el ritual indio y ataron aquellos trozos de piel de serpiente a su tobillo, cada uno con su inicial marcada en fuego. Era cierto lo que decía la leyenda, sólo se volvería a despegar con la muerte.
Habían pasado varios años, Luis andaba por aquella senda oscura, no recordaba qué hacía allí, se sentía muy extrañado. Observó algo en el suelo, lo acercó a sus ojos y un escalofrío terrorífico le recorrió de arriba abajo, era aquella tira de serpiente con una “A” grabada, Alonso había muerto. Unos pasos después volvió a suceder, encontró otra piel, pensó: “No, también Miguel”, la miró de cerca y quedó helado al leer una “L”.

Veo negra la cosa (Alejandro Puy, 1º Bach. B)

Había sido una pesadilla horrible a la vez que muy real, sentí como si un camión enorme se abalanzara sobre mí y me dejara aplastado sobre el asfalto. Cuando desperté estaba mareado, inmóvil, no veía ninguna luz a mi alrededor y cada vez se me hacía más difícil respirar ese dichoso olor a rosas y madera de pino…